No oí voces allí
donde se caían las piedras del mundo
Amaicha del Valle
Sólo el viento solo
y mi admiración por toda esa cosecha de relámpagos
Pasos reír;
miedo a las lágrimas de pensar que a lo mejor no volveré más
Me interné en el eco
y, con el ojo atravesado de colores,
comprendí que el agua viene de la mano de los pájaros
Y que no somos más amor del que podemos llevar
Decidí no tocar nada de la noche,
quizás para no alborotar el alma
sin medida
perderse entre leyendas de luces que no esperan
Así y todo, recordaré llevar un espejo
para creer que también yo estaba ahí
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