sábado, 7 de julio de 2007

Olvido a

cántaros
tras el descenso de los ángeles
y no se puede pulir el deseo
En una parcela de nubes planeé mi destino
Sobre una escollera de nácar prendimos la fé de nada sirvió
Es una puerta abierta, que entre la paz róbotica, la estábamos esperando

Sin más preavisos de corte
Recuerdo la mañana en que unos pájaros
se llevaron mis manos
e hicieron con ellas un carrusel
que ahora despierta la voz del bosque
Por un camino de nácar
se ausenta la miel que echaron los años
hacia Estambul

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