Y en los pliegues de este instante
encenderé un haz mortecino
para completarme en un puñado
de tallos de sonrisas
Nada me queda por navegar
de estos gustos inaccesibles
No soy un hogar,
menos un viento increíble
Las pulpas que me diseñaron
vienen a adormecerse a mi lado,
como si no tuvieran frío
de tanto replegarse en la penumbra
Los mensajes para los pastizales
hablan de caer y frotar la niebla:
muestras imposibles de dolor
por dentro de la desnudez
Ya lo que llegó más lejos
es desidia;
sin embargo en sus ojos hay memoria
de un quejido rancio
adorado por los anodinos;
cáscara de licuado de voces de mono.
La ignorancia todo lo sabe,
se resume en arenas movedizas.
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