miércoles, 5 de septiembre de 2007

En la punta del cielo

Yo nunca había venido
No sabía que existía
yo
Hoy quizás, que no hay noche, pueda conectar las visiones
que tuve y que tendré;
sin exactitud ni consuelo
Nada más que recrear los vestigios de lo que logra aturdirme,
lo que sangra y espero que nunca cure

Diviso
techos de fuego
lágrimas prendidas
en un íntimo flotar

Un retumbo de archipiélagos que nacen deformes
altera
y
descompone la música en imágenes
que para entrar a un beso
eligen

La distancia es un párpado rebelde
y se arroja y vuelve al mismo lugar

Los pedazos del mar en que ha volado

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