lunes, 26 de mayo de 2008

Eran mis manos de sombra

Cada latido es imperfecto por sí solo

y más fluyendo

con todas las peceras que se dan luz

majestista

y si bien algunas portadoras de escudos sufren de ebullición

nunca las palabras nos igualan

Luminaria, largas noches

Millones de tus voces hacen un cristal que se moja en la tensión de los párpados

brillados

Una de las olas me trajo miel

tumultuosa

como un segundo de paz

y acribilló las postales

en que encarnaba a un ángel

a un metro del suelo

cuando se posaba la mente en el sueño

cuando

todas las bellezas despertaron